27/4/24

Poema de Antonio Requeni

 


Felicidad

 

Tratar de ser felices a pesar

de los días nublados, las pandemias,

los políticos y sindicalistas.

Tratar de conservar siquiera un poco

de aquellos días juveniles cuando

las chicas eran púdicas y hermosas

–ninguna tenía más de veinte años–,

y nos ilusionábamos al creer

que nuestro amor podía ser eterno.

Tratar de ser felices como niños,

sin motivo, tal vez, o para serlo

nadar, correr, andar en bicicleta,

emocionarse viendo una película,

pasar un día de campo, contemplar

el dibujo en el cielo de las nubes,

morder una manzana y aspirar

fragancias de azahar o de jazmines,

flotar con los violines de Vivaldi

o en los mágicos versos de un poema.

Tratar de ser felices pese a todo,

para siempre o sólo por un rato.

 

© Antonio Requeni

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Poema de Juany Rojas

 


Lento      pernicioso

el amarillo escaló sobre el verde

hasta debilitar las hojas del gomero

y soltarlas del tallo

Muerta la raíz      muerto el follaje

solo quedó desprenderlos

volverlos a la tierra

Dejarlos ir

 

© Juany Rojas

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Poema de Gabriela Rakovstky

 


 

Nadie sabe cómo es

su casa de la infancia

Llegué hasta aquí

por el cerco de madreselvas

por los álamos blancos

por el camino de leña apilada

Los animales levantan el cuello

nerviosos

sé que huelen desde lejos

me reconocen

me piden que abra las jaulas

Camino hacia los conejos

recuerdo ahora

el brillo rojo de sus ojos

el pelo, finísimo, sin olor

la forma obstinada de su paciencia

las panzas que suben y bajan

como un mismo corazón asustado

Mi padre entra con los fardos de pasto

más joven que la última vez

algunos bebederos cuelgan de su brazo

Se detiene frente a mí

espera

estira una mano

me aparta de un rincón a otro de la jaula

desespero y lo muerdo

Me deja una ración de comida                                                  

para que viva un día más

y se va

 

© Gabriela Rakovstky

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Poema de Carlos Norberto Carbone

 


VOLVER

 

Quisiera volver a ser niño pero esta vez saber que lo soy.

Quisiera volver al cielo de barriletes de la mano de mi padre.

Quisiera volver a montar mi rayo naranja

Y sin que se entere mi madre ir hasta la avenida.

Quisiera volver a domar el viento aferrado a la libertad de un caballo.

Quisiera volver al camarín del Teatro San Martín y afiliarme nuevamente a la    utopía.

Quisiera volver a quemar las naves sin tener prudencia ni temores.

Quisiera volver a la primera canción al primer verso

A sentir la inmensidad del asombro.

Quisiera volver a ese momento donde solo alcanzaba una mirada para vivir.

 

© Carlos Norberto Carbone

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Poema de Eugenia Cabral

 

 

GOLPEA las palmas de las manos contra la pared.

Ahora empuja, empuja hasta voltear la pared.

 

Debes hacerlo cual héroe mitológico.

Piensa en lo que amas y en lo que odias. Y empuja.

 

Como un campeón a punto de perder el título. Un poco más.

Piensa en toneladas de seres humanos sobre tu espalda.

 

Del otro lado está cautiva tu amada, tu Paraíso.

Empuja. Un poco más.

 

Ya está. Ha caído, otra vuelta, una pared.

¿Ves que tal muro infranqueable no existía?

 

Ahora ambos quedamos de un mismo lado,

en el reverso del muro imaginario.

 

© Eugenia Cabral

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Poema de Carlos Dariel

 


Chuang Tzu

 

de un sueño a otro

ondula

como si un péndulo

como si no importara quién

 

© Carlos Dariel

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Poema de Carolina Brieux Olivera

 


A luz

 

Dijo que el efecto no tardaría,

que tenga a mano un frasco con formol.

 

El pulso sobre el vientre.

 

Uno por uno,

junté nuestros pedazos.

 

El exilio de un cuerpo,

una fragua de cristales.

 

© Carolina Brieux Olivera

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Poema de Carina Paz

 


CARTA A MIS AMIGOS 

 

Es urgente que les diga

que me iré con espuma en los ojos

y arena en mis escamas.

Que siempre llevo conmigo una metáfora guardada

Para ustedes, mis amigos,

que saben que la soledad de ser hombre

es nuestro sitio habitual,

esa silla que cruje al costado de una mesa

recién amamantada por palabras

que sólo tendrán sentido

mañana por la noche, quizás,

o en el próximo verano.

 

Es urgente que les diga

que intentaré hacer pie en alguna estrella

donde los adjetivos alcancen

para nombrar la lluvia,

la piedra más sola,

los ojos de cada uno de ustedes

como una mancha de azahares.

 

Ahora dejaré un espacio en blanco

para que ustedes, mis amigos,

hagan lo suyo,

su tarea cotidiana

con la pluma de un flamenco

mientras yo

les doy las gracias.

 

© Carina Paz

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Poema de Beatriz Belfiore

 

 

El no lugar

 

El vacío, la ausencia,

la falta, la impotencia.

El fondo, lejos de la forma.

El contenido no llega a la medida.

Los parámetros se borran.

Minutos sosteniendo cuadrantes.

Paradigmas diluyendo códigos.

La esencia, por fuera del envase.

El envoltorio, dentro del regalo.

No conforma lo encontrado.

Lo buscado se evapora.

Un enigma, un problema.

La extraña pieza que no encaja

en ningún rompecabezas.

 

© Beatriz Belfiore

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Poema de Ana Romano

 


Diezmo 

 

Circumbalación

en los ojos

mendigos merodean

 

Capitula el hambre

en los agujeros

mientras crepita

el campanario.

 

© Ana Romano

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25/4/24

Poema de Alejandro Méndez Casariego

 

 

Estos somos nosotros, en las fotos:

unos chicos que juegan en un mundo

ya esfumado.

Ahí la trampa de los años

se abre y suelta

como flores aéreas

todas aquellas cosas que no pueden cambiar;

lo que quedó encerrado

en ese recuadro brillante y arbitrario,

el movimiento

que en apariencia se detuvo,

pero que la inercia de la vida disparó

hacia una eternidad que se repliega y desluce

sin rendirse. Allí está para siempre

mi hermana trepada al subibaja, otros dos

haciendo ronda mientras el tiempo está quieto

y el muñeco de nieve,

que se derritió esa misma primavera,

permanece a mi lado

y estará seguramente allí

cuando ya no podamos recordarlo,

porque en las fotos el invierno

no se termina nunca.

 

© Alejandro Méndez Casariego

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Poema de Estela Zanlungo

 


Ménage a trois

 

Después de la tormenta,

entro en la jungla del jardín

y se me enreda el pelo en una tela

que ha quedado colgada del follaje.

 

Una mariposita oscura

del tamaño de una polilla grande

puede pasar por una flor

o una hoja desprendida del fresno

si está quieta a la sombra.

 

Yo la salpico un poco

y ella empieza a moverse en el vapor:

da la impresión de que dormía. Ahora

que me acuerdo

hubo un verano en que vinieron cientos

como si más allá de la pared

se estuviera prendiendo fuego el mundo.

 

A la semana iban quedando tres,

prácticamente idénticas:

era una saga de niños ondulando

a la hora de la siesta,

pero yo distinguía sólo una

con el borde del ala hendido en forma de bahía.

 

Había que verlas copular

encendidas al sol

sobre el cantero de la menta.

 

Buey solo ubica el ojo en el vientre de la aguja,

me digo para mí,

y espero una estación frondosa

de aromáticas

como una golosina.

 

© Estela Zanlungo

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Poema de Anamaría Mayol

 


ATRAVESAR  LA LUZ

 

un pequeño fuego

tembló breve en sus manos

 

a veces ella

necesita creer en algo más

que  el transcurrir del tiempo

 

necesita  atravesar la luz

pero  la realidad cae sobre su espalda

 

y es vertical el tajo

vertical

 

como el filo en el cerro

como su  corazón y la sangre que pulsa

 

como el olvido

que late y se escurre

entre los huesos de la risa

 

vertical

 

como el silencio que  se hace

después del poema

 

© Anamaría Mayol


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Texto de Alberto Cisnero

 


resultaba muy sencillo cambiar una letra

o una palabra mendaz por otra, destinar

al lector solitario algo que ya existía antes.

por la línea punteada, como se admite la luna,

el sol y la caída de las hojas durante el otoño,

de una sola vez, tras un solo acto. algún día,

si pudiéramos, haríamos lo mismo con nosotros,

para recordar cuanto olvidamos (creíamos,

buscábamos, pero que al fin destruimos)

en tantos domicilios repetidos y precarios,

en sus patios umbríos, en cada sopa de fideos

instantánea, en todos los chinos del mundo.

 

© Alberto Cisnero

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Poema de Adelina Lo Bue S.

  


Flores silvestres

 

I


No apagues tus ojos

No los apagues

Este camino

No lo conozco

 

II


Temblorosa dama de la noche

perdida en la niebla húmeda del amanecer

buscando un puente

por donde atravesar el río 

 

III


En invierno

las cabras salvajes descubren

brotes de ceibos

cubiertos de nieve

 

© Adelina Lo Bue S.

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